Historia:
Al principio se trataba de dos casas que se unieron por decreto matrimonial de dos familias criollas novohispanas: Graciana Suárez Peredo y el Segundo Conde del Valle de Orizaba.
Fue ella misma, la Quinta condesa del Valle de Orizaba, quien mandó reconstruir la casa, la cual quedó convertida en una joya del barroco mexicano de principios del siglo XVIII, revistió su fachada con miles de azulejos policromos provenientes del estado de Puebla.
Cuentan que una vez revestida la casa, la gente quedó tan admirada que todos los habitantes se concentraron en sus puertas para verla, desde ese entonces fue conocida como La Casa de los Azulejos.
Después de que los condes la pusieron en venta en el año de 1871, fue propiedad del abogado Martínez de la Torre, quien la tuvo por seis años, a la muerte de él, pasó a manos de la familia Yturbe Idaroff, la última en habitarla.
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En 1881 fue alquilada la planta alta al Jockey Club, y la planta baja a una tienda de ropa para dama hasta el año 1914. En el año 1915, el presidente Venustiano Carranza arrebató la propiedad para que pudiera ser ocupada por la Casa del Obrero Mundial, hecho que duró un par de meses, ya que Francisco Yturbe recuperó la casa antes de que fuera dañada por los obreros.
En 1917 un norteamericano dueño de una droguería y fuente de sodas llamado Sanborns & Bros S.A., ocupó la casa para dar continuidad a su negocio, para ello, remodeló la casa, colocó techo de vidrio emplomado en el patio principal, cambió los pisos y en el restaurante colocó un mural de pavo reales del Pintor Rumano Pacologue.
En 1925 el muralista José Clemente Orozco aportó una obra llamada Omnisciencia. En el año de 1978 la casa fue adquirida por Sanborns Hnos S.A. de la Señora Corina Yturbe.
La Casa de los Azulejos en la década de 1930.
Actualmente La Casa de los Azulejos continúa erguida en el centro de la ciudad a pesar de inundaciones y terremotos que han azolado esa zona. Los visitantes que recorren el centro de la ciudad no pueden dejar pasar por alto visitar la casa y comer en su restaurante, disfrutando de la corriente barroca en los barandales de cobre, los guardapolvos de azulejo de las escaleras, las columnas Churriguerescas de cantera al igual que la fuente con remates de mosaico.
Lámpara en las escaleras de la Casa de los Azulejos.